25º Domingo del Tiempo Ordinario

Vivimos en una sociedad llena de celos, envidia, rivalidades y un ego de superioridad y control sobre los demás. Con poquito poder que se le otorgue a la persona, le basta para mandar y ejercer poder sobre el otro, y lo triste es que muchas veces lo vemos como algo habitual y normal. Hoy, la Palabra de Dios nos habla de lo contrario. Las lecturas nos hablan de la sabiduría de Dios y de cómo aplicarla aquí en la tierra. Por sus frutos los conocerán, es decir por hacer el bien, por ser comprensivos, amantes de la paz,dóciles, sinceros y llenos de misericordia. Pero, ¿existe la misericordia?.

El Evangelio nos narra, que Jesús instruía a sus discípulos de cómo iba ser su pasión, y ellos no entendían sus palabras. Ellos, en cambio, estaban enfrascados en una conversación contraria a los deseos de Jesús: ¿Quién de ellos era el más importante? La raíz del problema está en el corazón humano, pensamos y actuamos al contrario de lo que Dios nos pide. Casi siempre se impone la voluntad sobre los demás y esto puede ser sutilmente o de forma agresiva. Jesús tiene la respuesta correcta a toda inquietud mundana. Basta con escuchar su Palabra: “Si alguno quiere ser el primero, que se haga el ultimo y el servidor de
todos” (Marcos 9:35).

Y agrega algo más para que quede claro: “Elque recibe a un niño como este en que me recibe, no me recibe a mí, sino al que me ha enviado” (Marcos 9:37). Ojalá, que la participación en la Eucaristía, ya sea personalmente o por medio del internet, tenga como fin una sola cosa: la conversión del corazón. ©LPi