La Cuaresma, que dio comienzo con el Miércoles de Ceniza, es un tiempo de preparación para la Pascua. La Iglesia nos invita a vivir en nosotros el recuerdo de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Es un tiempo para recordar la historia de la salvación. Las lecturas nos llevan a meditar el libro del Éxodo. Tiempo donde se invita a ir al desierto para reflexionar en las propias tentaciones que nos alejan de Dios. Se invita a hacer penitencia, a convertirse, a compartir, y a dialogar con nosotros mismos entrando en lo profundo del corazón y preguntarse: ¿Cómo es mi ayuno? ¿Cuál es mi penitencia que me acerca a Dios y a los demás? ¿Qué debo compartir con los demás?
Hoy escuchamos las tentaciones de Jesús en el desierto. La Liturgia nos pone de frente a la tradición del relato de las tentaciones, Jesús es tentado, pero no vencido. Nos dice el Evangelio que: “Al ver el diablo que había agotado todas las formas de tentación, se aleó de Jesús, a la espera de otra oportunidad” (Lucas 4,13). La tentación no es pecado, lo malo es caer en ella. En la sociedad existen muchas tentaciones y, durante este período de Cuaresma, se deben purificar y luchar contra ellas con la gracia de Dios. Perseverar en la oración es otra clave para alejarse del mal. Estemos listos y acompañemos al Señor en su camino a Jerusalén a morir en la cruz. ©LPi One of the greatest temptations human beings face is leaving the truth of who they are, where they came from and who created them in pursuit of more personal satisfactions. When we consider all that desires our attention in a given day, there are many lures that attract us to illusions about ourselves. We can easily find ourselves distracted or tired, preoccupied with preserving our status in life, social relationships, current trends, and corporate demands, and intrigued by pursuing what we perceive to be the “path of least resistance.” The daily concerns of life can quickly take our eyes off of our truth, making the empty promises of worldly accomplishments and ideologies seem so attractive. What is at risk in giving into this temptation?
We cease giving thanks to and worshipping our Creator as we pursue our own self-sufficiency, power, and prestige. We replace the true God with a “pet” one. While many do not totally dismiss the idea of God and pretend to remain at least remotely connected, they do not invest themselves heart, mind, and soul in the relationship either. That is why we are so easily swayed. If something attractive comes along, we lunge for it. After all, having a position above and over everyone else is a good thing, isn’t it? In more honest moments, many have to admit that they believe this to be true. The Evil One is very convincing. But he can only gain control if we allow him to.”
About temptation, St. Basil remarks, “As the pilot of a vessel is tried in the storm, as the wrestler is tried in the ring, the soldier in the battle and the hero in adversity, so is the Christian tried in temptation.” And here is found the reason for Lent. It is a wonderful opportunity to get a handle on the attractive lures of illusion that easily captivate us and bring us off track. It is also a time for some honest reflection rooted in prayer, fasting, and selfless giving that can bring us to temptation’s remedy: love. Love of his Father gave Jesus resistance. It can do the same for us. ©LPi 
Después de resumir las cuatro bienaventuranzas del domingo pasado, san Lucas nos ayuda a profundizar en la doctrina de Jesús y en sus palabras. Alerta con frases sabias a todos los cristianos, que de alguna manera se acercan al Evangelio: “Yo les digo a ustedes que me escuchan” (Lucas 6,27). Se trata de una colección de principios que versan así : “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, y rueguen por los que los maltratan” (Lucas 6, 27-28). Cada uno de estos principios o reglas invitan a una seria reflexión. Deben penetrar en el corazón y en la mente para que produzcan mucho fruto.
Además, se nos dan pautas para caminar el camino de Jesús. Realidades increíbles que dice el Maestro, muchas veces imposibles de llevar a cabo. Poner la otra mejilla al ser golpeados, al que arrebata el manto darle también el vestido, da al que pide, y al que te quita no reclamarle. ¿Cómo se hace esto? Son ejemplo concretos de conducta cristiana que no fallan al ponerlos en práctica. Jesús nos enseña que lo que importa es la persona y que debemos dejar a un lado los prejuicios y diferencias sociales. Si mi prójimo me necesita, ahí debo estar sin fijarme en la raza o color. Por esa razón existe la regla de oro: "Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes" (Lucas 6,31). ©LPi 
